Una víctima en la mira

Tengo 22 años de edad y escribo esta carta para que no acepten los tratos de traficantes que llevan por mal camino.

Antes de venir a Hong Kong mi situación siempre fue complicada por que tenía dificultad de conseguir trabajo, pues la pandemia había afectado mucho el mercado laboral.

Yo trabajaba vendiendo ropa por las mañanas y trabajando como mesera en pizzerias para ayudar a mi papá que sufría de problemas cardiacos y necesitaba una cirugía urgente. Con lo que ganaba no me bastaba para pagar las consultas y los exámenes médicos ni los medicamentos. Tuve que abandonar mis estudios para ayudar con los gastos cotidianos.

…cada vez que llamaba escuchaba a mi papá llorando y diciendo que no quería morir.

Trabajé desde los 14 años para hacerme cargo de mi educación y ayudar a mi padre ya que solo nos tenemos el uno al otro. Con el tiempo, los tratamientos no le hacían efecto y fue internado al hospital varias veces. Me tocó ver qué hacer para mantener mi trabajo, cuidar de mi padre y conseguir dinero para los gastos médicos. Habíamos retirado dinero del banco para pagar las deudas. Empecé a doblar turnos en la noche, a hacer horas extras e ir a trabajar por las mañanas, a hacer trabajos domésticos y buscando cualquier otro trabajo para ganar más aunque eso implicara no poder descansar y no poder pasar tiempo con mi padre que ha medida que pasaban los los meses su salud empeoraba.

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Sesenta y ocho perdigones de desesperación

Alabado sea el Señor.

Tengo 35 años y soy madre soltera de un niño de 9 años. Soy una cristiana de origen humilde de Nairobi, Kenia.

Esta es mi historia.

Fui criada por una madre soltera que falleció en 2015. La vida ha sido muy dura para mí y mis hermanos desde que nuestra madre falleció.

Recuerdo que mamá pasaba hambre la mayor parte del tiempo para sacrificar comida para nosotros. Todos los sábados pedía ayuda a la iglesia, y con lo poco que conseguía ahorraba para pagar mis estudios de secundaria, ya que yo había rendido muy bien en primaria. Sólo consiguió enviarme a un internado después de que una organización llamada Well Wishers recaudara fondos para mí. Mientras tanto, mi hermano iba a una escuela diurna, pero de vez en cuando lo mandaban a casa por no poder pagar las tasas. Doy gracias a Dios porque al final conseguimos terminar el instituto. Fue una pena perderla. Me dolió porque nunca llegó a saber cómo me desempeñaba. Nos dejó con nuestra sobrina y tuvimos que criarla solos. La vida nos enseñó a ser responsables desde muy jóvenes.

Durante todo este tiempo, mi hermano y yo tuvimos que hacer trabajillos para sobrevivir, pagar las facturas y mantener a nuestra sobrina hasta que conseguimos un empleo estable. Fui a la universidad después de que mis familiares me ayudaran a pagarme la carrera de ingeniería y, después de 2018, quise montar mi propia empresa de instalación de biodigestores. Necesitaba crear un sitio web para mi empresa, pagar mi página de Facebook, capital para imprimir folletos para marketing y montar una oficina. Así que me puse en contacto con un amigo mío que trabajaba para una agencia de microfinanciación y que me ofreció un pequeño préstamo, que debía pagar mensualmente con intereses. Conseguí montar mi empresa y el negocio fue viento en popa hasta que llegó la pandemia de COVID.

En ese momento, la vida se volvió muy dura para los autónomos. Tuve que cerrar la oficina y no tenía dinero para pagar el alquiler y a mi personal. Empecé a vender arroz, y empaquetaba y anunciaba mi negocio en Internet y hacía entregas para conseguir lo suficiente para mantenernos a mí y a mi hijo.

El amigo que me había facilitado el préstamo se me acercó de nuevo y me preguntó si me gustaría ganar un dinero extra. Sabiendo la necesidad que tenía, con todas las deudas contraídas para la oficina acepté sin pensarlo más. Más tarde me dijo que era un trabajo muy rápido y que en 14 días cobraría. Esto llamó mi atención, pero aún así, una vocecita me decía «Espera, el trato es demasiado bueno, piénsatelo dos veces». Al principio me mostré reacia, asustada, y seguí postergándolo. Mi amiga me aseguró que ya lo había hecho antes con éxito y que había viajado a Tailandia. Me tomé mi tiempo para pensarlo, pero como necesitaba dinero desesperadamente, cedí.

Más tarde organizó un visado para mi viaje a Tailandia, después de convencerme de que no era nada arriesgado porque era tan sencillo como llevar una mochila de entrega y luego recibir el pago.

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PRECAUCIÓN: El dinero fácil no se paga

Soy una mujer de 38 años nacida en Kampala, Uganda. Mi padre tuvo seis hijos con mi madrastra y nueve con mi madre. Mis hermanos y yo no estamos unidos, ni ellos lo estaban a mi madre.

Nuestra situación familiar no era favorable y carecíamos de todo. Mi padre era un soldado del ejército gubernamental con unos ingresos modestos que apenas cubrían nuestros gastos domésticos. Desde muy pequeño comprendí que tenía que trabajar duro para sobrevivir.

Estaba en cuarto de bachillerato cuando nuestro padre desapareció y nos dejó sin ingresos. No sabíamos por qué ni adónde había ido. Incluso el ejército le estaba buscando. Nos dejaron en la miseria.

Un día, decidí huir de casa debido a las duras condiciones a las que nos enfrentábamos. Estuve separada de mi familia durante siete años sin que supieran mi paradero. Cuando regresé, me había perdido la mayor parte de la escuela secundaria.

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Capturan a alias “Otoniel”, el narcotraficante más buscado de Colombia y jefe del Clan del Golfo

El máximo jefe del Clan del Golfo y el narcotraficante más buscado de Colombia, Dairo Antonio Úsuga, alias «Otoniel», fue capturado este sábado, según le indicaron a CNN fuentes del gobierno y la Policía Nacional.

“Este es el golpe más duro que se le ha propiciado al narcotráfico en este siglo en nuestro país. Este golpe solamente comparable con la caída de Pablo Escobar en los años 90”, dijo el presidente Iván Duque en declaración pública tras la captura.

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Mi amiga la enemiga

Soy Peruana, tengo 22 años. Soy madre soltera. Tengo un hijo de cinco años. Ahora me encuentro en una prisión de Hong Kong. Llevo ya un año y tengo acusación por tráfico de droga. Quiero, a través de esta carta, pedirles y rogarles que por favor no se dejen engañar por falsas promesas de trabajo sin antes verificar de qué trabajo se trata, ningún trabajo ni dinero vale tu sufrimiento ni el sufrimiento de tu familia.

Ahora quiero contarles lo que me aconteció.

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