Mi amiga la enemiga

Soy Peruana, tengo 22 años. Soy madre soltera. Tengo un hijo de cinco años. Ahora me encuentro en una prisión de Hong Kong. Llevo ya un año y tengo acusación por tráfico de droga. Quiero, a través de esta carta, pedirles y rogarles que por favor no se dejen engañar por falsas promesas de trabajo sin antes verificar de qué trabajo se trata, ningún trabajo ni dinero vale tu sufrimiento ni el sufrimiento de tu familia.

Ahora quiero contarles lo que me aconteció.

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La llamada que no debí contestar

Escribo esta carta para compartirles sobre mi situación. Primeramente deseo contar un poco de mi historia. 

Soy la menor de 8 hijos, este año cumpliré 37 años. Comencé a trabajar de niñera cuando tenía 12 años. Lo hice porque sentía la carga de ayudar a mi padre quien siempre luchaba por nuestro sustento, para la comida y los estudios de sus hijos.

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Un cálculo con todas las de perder

Soy de Perú. Les escribo desde la prisión de Lai Chi Kok en Hong Kong en donde estoy a la espera de una sentencia muy larga de muchos años. Estoy detenido por manufactura de drogas peligrosas. Fui contratado por unos chinos y por no pagarme me entregaron a la policía y a pesar de eso hacen todo lo posible para que caiga en mí todo el peso de la ley.

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La puerta que nunca debes abrir

Me dirijo a ustedes mis hermanos en Cristo Jesús, con el respeto y aprecio hacia sus persona, para contarles lo malo que paso, y aconsejarlos, para que no cometan el mismo error que yo cometí.

Soy de Perú. Fuí contratado por una persona de apodo “el chato”, para hacer un trabajo ilegal aquí en Hong Kong, pero ellos me entregaron a las autoridades para no tener que pagarme, porque solo piensan en el beneficio y bienestar de ellos mismos, sin importarles nada ni nadie.

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