Soy de nacionalidad peruana, de 56 años de edad, madre soltera y quiero hacer conocer mi historia por la cual me encuentro prisionera en Hong Kong por traficar drogas peligrosas.
Vine como mula, utilizada por unos delincuentes que abusaron de mi situación económica, de tener que enfrentar mi responsabilidad de madre y padre con mis hijos, con mi mamá de edad avanzada, y con mis problemas de salud.
Por toda esa depresión sufrí una hemorragia en mis retinas y con ello una pequeña ceguera por lo que necesitaba ser operada con suma urgencia.
Yo era una mujer trabajadora. Me encontraba trabajando cuando estas personas me identificaron para ser su mula. Estaba pasando por problemas muy delicados de salud y económicos. El padre de mis hijos, aún menores, nos abandonó. Me deprimí tanto que me enfermé. Quería morirme de la desesperación cuando mis hijos me decían que tenían hambre, que querían comer y no tenía qué darles.
Por toda esa depresión sufrí una hemorragia en mis retinas y con ello una pequeña ceguera por lo que necesitaba ser operada con suma urgencia. La operación conllevaba un costo de US$800.00 por ojo y yo no los tenía. Lo que ganaba trabajando como ayudante en un restaurante sólo alcanzaba para alimentar a mis hijos y para sus estudios.
Fué en ese restaurante donde los traficantes me hablaron para transportar su droga a Hong Kong. Por ese trabajo ellos me ayudarían con el pago de mi operación y algo más, en total US$2,000. El dinero me lo pagarían cuando entregara la droga.
La droga nunca la ví. Ni siquiera supe cómo era ni lo que era porque cuando la policía me detuvo, cortaron las casacas, me dijeron que era droga y se las llevaron. Me llevaron a un cuarto donde fui revisada y de ahí me llevaron a un hospital. Finalmente después que recibí el reporte supe la cantidad que habían encontrado en las dos casacas: un kilo de droga líquida, que con el lavado quedó 0.52kg.
Exhortación
Quiero suplicar a toda la ciudadanía que no caigan en manos de estos delincuentes que operan en Perú, Brasil y Hong Kong. Ellos se aprovechan de la situación y del sufrimiento de las personas sin importarles nada. Sólo buscan lograr sus propósitos, mintiéndote (en Perú me dijeron sólo llevaría 200 gramos).
Dejé a mi familia en el abandono, causandoles daños psicológicos, a la espera de mi pronto regreso. Aunque la droga no es mía tuve que aceptarla por temor a los años de sentencia que nos imponen. Esto es muy triste y doloroso. Nunca acepte ser mula de nadie, pierdes tu hogar, tu familia, tus hijos, amigos. La comunicación es escasa. Sólo 10 minutos por mes y las cartas son infrequentes. Aunque no se tenga ni para el pan, es mejor que no comas: ya habrá mañana u otro día. Pero tú que estás leyendo mi historia, no lo hagas. No seas mulas. Ellos son personas del mal vivir que se aprovechan y abusan de tí y de quienes dejas en tu país.
Jamás imaginé estar en una cárcel fuera de mi país. Ahora le pido a Dios que frene esto. Estoy muy arrepentida por mi misma y por causar dolor a mis seres queridos.
Pido a todo el que pueda leer esta narración que piense muy bien y nunca acepte ser mula porque esto conduce a la destrucción de tu vida, al fracaso, el sufrimiento, mucho dolor y te lleva a la cárcel por muchos años.
Nota: Esta carta ha sido editada. Se han hecho correcciones gramaticales y de ortografía para mejorar la redacción de la misma.