Escribo esta carta para contar mi historia.
Soy de Perú, de la provincia de Pucallpa. Soy una mujer humilde, madre soltera de un hijo de 12 años.
Solía trabajar como mesera, donde conocí a una mujer que me ofreció un trabajo en un restaurante en Lima, la capital de Perú.
Ella me dijo que obtendría una mejor paga, así que acepté ya que tenía muchas deudas y también la escuela de mi hijo.
Cuando llegué a Lima me sorprendió saber que el trabajo no era trabajar en un restaurante, sino transportar drogas a otro país.
Al principio estaba muy asustada y lo rechacé porque eran personas que nunca había conocido. La mujer, cuyo nombre es Rocío, me dijo que aceptara porque yo necesitaba mucho dinero. Ella me convenció y acepté sin ninguna pista de las consecuencias. Me arrepiento de ello. Todo lo que me está pasando, dejando a mi hijo y mis padres ancianos. Yo era el único sustento para ellos.
Nunca antes había viajado al extranjero. Nunca había trabajado en nada ilegal. No tengo antecedentes penales y siempre he sido una madre ejemplar para mi hijo e hija para mis padres.
Sé que cometí un grave error al venir a Hong Kong. Lo siento mucho. Pido perdón al juez, a la policía y a Hong Kong. Espero que me perdonen por mi error, del cual ahora estoy pagando las consecuencias.
Nota: Esta carta ha sido editada. Se han hecho correcciones gramaticales y de ortografía para mejorar la redacción de la misma.
Un comentario en «Antes servía comida, ahora sirvo una sentencia»
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