Tengo 34 años y estoy preso en una cárcel de Hong Kong hace casi un año.
En estas palabras quería transmitirle algo de mi historia y lo que me trajo hasta esta situación. Hace poco más de dos años yo vivía en Colombia una vida felíz y muy buena. Trabajaba humildemente.
No ganaba mucho dinero pero me alcanzaba para alimentar a mi familia y que mis hijos tuviesen seguridad. Mi esposa nunca me exigía nada más allá de mi alcance económico, pero había algo en mí que me producía infelicidad. Una sensación equívoca de derrota, ganas de conseguir dinero, cosas materiales, objetos que nunca traen felicidad.
Acá tuve todo lo que supuestamente “quería”. Dinero, cosas materiales, pero aun así seguía infeliz…
Me ofrecieron una oportunidad de venir a Hong Kong a traficar con drogas y acepté por llenar ese vacío en mi vida.
Acá tuve todo lo que supuestamente “quería”. Dinero, cosas materiales… pero aun así seguía infeliz y era porque extrañaba mi familia, mi esposa y el valor verdadero de la vida que es la unión familiar. Compartir un paseo, una cena con ellos es un lujo que hoy anhelo con todas mis fuerzas.
Afuera tenía tantos amigos más estando adentro ninguno ha llegado a visitarme. Sólo mi esposa que vino desde Colombia a apoyarme y carga esta cruz a mi lado.
Ahora todos los días oro con mucha fuerza pidiendo perdón a Dios por ser desagradecido y pido una oportunidad para que esta pesadilla acabe pronto y poder estar al lado de mi familia y valorar cada segundo.
Que no le pase a usted. Piense las cosas bien. Les deseo lo mejor.
Bendiciones.
Nota: Esta carta ha sido editada. Se han hecho correcciones gramaticales y de ortografía para mejorar la redacción de la misma.